LOS GERMANOS VISIGODOS
Entre los siglos V y VI, sucesivas invasiones de pueblos germánicos a los que los romanos llamaron bárbaros que significa extranjeros, venidos del norte y este de Europa, pusieron fin a la unidad política del Imperio romano y establecieron en su lugar diferentes reinos en los que la aportación germánica se mezcló con la herencia romana.
Uno de estos pueblos los visigodos, habían cruzado la frontera del Imperio romano y uno de sus cabecillas, Alarico, había llegado hasta Roma y saqueado la ciudad, más tarde se asentaron en el sur de la Galia « actual sur de Francia ». Firmaron un pacto con los romanos que les permitía actuar como “aliados del emperador” para luchar contra otros pueblos bárbaros, como sucedió en el S. V, en el año 409 y en plena descomposición del Imperio romano, los suevos, los vándalos y los alanos que habían penetrado en la Hispania romana y los visigodos como aliados de los romanos, en el año 415 acudieron por primera vez a la Península Ibérica para expulsar a los invasores; los vándalos y parte de los alanos pasaron al norte de África y los suevos quedaron arrinconados en el NO. de Hispania en la Gallaecia « actual Galicia ».
De esta manera, cuando en el año 476 fue depuesto el último emperador Rómulo Augústulo, los visigodos se hallaban asentados en Hispania y en el sur de la Galia, pero no será hasta el S. VI en el año 507, y cuando los visigodos fueron expulsados de la Galia por los francos después de la batalla de Vouillé se expandieron por la Península Ibérica, creando entonces el reino visigodo de Hispania, siendo el año 576 cuando Leovigildo estableció definitivamente capital del reino en Toletum «actual Toledo ».
Aunque los visigodos fueron numéricamente pocos, unos doscientos mil, lograron imponer su dominio sobre la población hispanorromana que eran seis millones, pero esta mayor población influyó en la cultura de la época visigoda « visigótica » que estuvo muy marcada por la influencia romana y el latín fue la lengua utilizada. El reino de Toledo perduró durante más de doscientos años, durante los cuales adoptaron la lengua, la religión y las costumbres de los hispanorromanos.
Con la llegada de los visigodos el “culto” en el sitio de Tebas continuó, pero con contenido cristiano, como consecuencia de que la mayoría de los pueblos germánicos ya se habían convertido al cristianismo antes de invadir el Imperio romano. Los visigodos, por ejemplo fueron cristianizados por el obispo Ulfila en la segunda mitad del S. IV, pero lo fueron “en su versión arriana” considerada herética por la Iglesia porque el teólogo de Alejandría Arrio, negaba la naturaleza “divina” de Cristo. Como escribió Isidoro de Sevilla¹ "... Pero desde el comienzo de su reinado en el año 589 Recaredo se convirtió a la fe católica y llevó el culto de la verdadera fe a toda la nación gótica borrando así la mancha de un error enraizado.
La prueba de todo esto, es que tenemos un resto visigodo muy excepcional, un cipo o trozo de pilastra visigoda que se hallaba en el sitio de Tebas, hoy por seguridad se encuentra en la parroquial. Este cipo presenta caracteres de la decoración típica del estilo, es de una especial importancia entre otras por la escasez de tales restos en la provincia alto extremeña. Es de mármol blanco sobresaliendo en su día del suelo una altura de 0.90 metros y los costados iguales, tienen de anchura 0.28 metros. Lleva en la base unas sencillas molduras y los costados están adornados con relieves: en la cara de dos costados opuestos tienen una cruz de tipo visigodo, análoga a la de La Victoria de Oviedo, pero ésta de brazos desiguales. En una de las caras penden de los transversales las consabidas alfa y omega, pero en ambas caras está la cruz elevada sobre una curiosa columnilla de fuste estriado y de capitel con volutas. Los brazos están ornamentados con líneas rectas y curvas dispuestas simétricamente, de tal modo que más que adornos parecen cifras romanas.
En las caras de los otros dos lados opuestos llevan esculpidos tallos serpenteantes afrontados formando círculos, en cada uno de éstos - dos por cara - penden palmetas que parecen racimos. Entre estos tallos y el recuadro hay hojas biseladas, siendo las esquinas también esculpidas, formando una a modo de barra retorcida en forma de cordón.
En las caras de los otros dos lados opuestos llevan esculpidos tallos serpenteantes afrontados formando círculos, en cada uno de éstos - dos por cara - penden palmetas que parecen racimos. Entre estos tallos y el recuadro hay hojas biseladas, siendo las esquinas también esculpidas, formando una a modo de barra retorcida en forma de cordón.
A todo esto hay que añadir, que por “desconocer” y no saber “valorar” lo que se observa y se tiene, alguien hace tiempo ha grabado sus iniciales en una de las caras y debajo de los transversales de la cruz, como si el valor artístico del cipo fuera el mismo que el de un tronco de encina o cualquier árbol... ¡Miseria!
Durante el primer tercio de este siglo XX, servía de soporte a una cruz de hierro de forma sencilla; a este fin se elevaba la columna sobre un pedestal escalonado y tenía mayor altura, por lo que pudo ocurrir que fuera fabricada para tal objeto. Así se explica que haya un sólo ejemplar. La piedra debe proceder de un taller emeritense, pues en Mérida se conservan aún pilastras con decoración muy semejante a la descrita, con el tema de los tallos y palmetas colgantes. Una duda queda: ¿cuándo fue traída a este lugar, durante la época visigótica entre los siglos VI y VII o fue después?, ambas hipótesis pueden hacerse pero creo que la más lógica es la primera. La Vía de la Plata pasa cerca de Casas de Millán por el puerto de Los Castaños, lo que me sugiere que estos lugares estuvieron comunicados con la capital de la Lusitania, por este motivo, no muy lejos de aquí, en Portezuelo se hicieron también descubrimientos de cosas visigodas. No es por tanto descaminado suponer que sobre el lugar de culto romano se erigiera una primitiva ermita en esta época de culto visigótico y que a la misma se trajeran mármoles de los citados talleres emeritenses.
Aún desechada la hipótesis anterior y suponiendo traída la piedra posteriormente, tiene sin embargo una importancia grande, puesto que representa netamente “un tipo de cruz del cual creo es de los más antiguos de España, tipo derivado directamente del crismón que llevan algunos restos de Mérida, pero que no se contiene de igual forma entre los que de ellos me son conocidos”. Interesante... ¿verdad?,
Volvamos al Castro de Cáceres el Viejo, que dominado por el romano, perduraría algún tiempo en la cumbre albergando ambas poblaciones. Más tarde los naturales bajarían al llano, estableciéndose en el campamento romano, que había sido fundado allí para domeñarlos y someterlos, ¿por qué este asentamiento del campamento se ha despoblado? Y por el contrario ¿por qué surgió tan cerca el asentamiento actual de Casas de Millán?, ¿tienen algo en común los dos? Personalmente creo que sí, pero esto requiere una detenida reflexión y rigor histórico.
El campamento romano convertido ya en pueblo, murióse a consecuencia de la decadencia política, militar y económica del bajo Imperio romano de Occidente, y también por la irrupción de nuevos señores en la península Ibérica procedentes de África que la invadieron en el s. VIII.
LLEGAN LOS MUSULMANES Y EL ISLAM
Corría el 28 de Abril del año 711, cuando el valí, emir y gobernador del Magreb «norte de África » el árabe Muza IbnNusayr ordenó a su lugarteniente y gobernador de Tánger, Tarik IbnZiyad que cruzara el estrecho que separa África de la península Ibérica y con no más de 12.000 musulmanes beréberes, desembarcó en el lugar que denominaron Gibr al Tarik que en árabe significa “la roca de Tarik”, hoy la conocemos por Gibraltar.
Por entonces el rey visigodo Rodrigo, se encontraba combatiendo a los vascones, acudió inmediatamente al sur de su reino para hacer frente a los invasores. El encuentro entre los dos ejércitos se produjo en Julio del 711 en la “batalla de Guadalete”, cerca de Gibraltar, es discutible el lugar exacto de la batalla, que quizá tuviera lugar entre el río Barbote, la laguna de la Janda o el río Guadalete. En cualquier caso la llamada batalla de Guadalete supuso la desaparición del reino visigodo, la muerte del rey Rodrigo y la ocupación musulmana de la mayor parte de la península Ibérica, iniciada un año después cuando el propio Muza con 18.000 hombres, ahora mayoritariamente árabes, desembarcó en lo que en la actualidad es Algeciras y en apenas cinco años conquistó y ocupó la Península, a la que llamaron AlÁndalus.
No tardaron los nuevos señores del desaparecido reino visigodo en llegar a las tierras del actual territorio extremeño, en el año 713 comenzaron su control y en el 714, Muza con 20.000 hombres llegó a Mérida, la principal ciudad visigótica de la región extremeña. La ciudad le opuso una tenaz resistencia durante casi un año, pero finalmente capituló: "los moros deshicieron a mano muchos edificios para aprovecharse de las piedras, alioxes y mármoles... nos narra Bernabé Moreno en su obra².
Conquistada Mérida, desde allí buscan el valle del Tajo, para ascender hasta Toledo, capital del reino visigodo, para ello aprovechan las calzadas « al balata » heredadas de Roma, lo hicieron sobre todo por la vía de la Plata camino directo hacia esa capital.
El ir y venir de tropas, el temor a las aceifas o cabalgadas de saqueos, la ida y venida de numerosos contingentes de población beréber buscando mejores tierras para el pastoreo, y la proximidad de la calzada romana, contribuiría a que la población hispano-romano-visigoda, abandonara el antiguo asentamiento romano del campamento situado a los pies de Sta. Marina, surgiendo un poco más allá. Sin duda una de las causas que motivaron el emplazamiento actual de Casas de Millán fue su abundancia de agua, elemento éste del que carece, amén de una posición más desamparada, el solar donde se alzara en tiempos el viejo campamento romano.
Todo quedó trastocado con la invasión musulmana, los naturales, «nuestros antepasados casitos », sufrieron las consecuencias de vivir un período histórico inestable, de peligros y cambiante. Un largo período donde cristianos y musulmanes se alternaron en la labor de conquistar hoy, perder mañana y reconquistar más tarde, unas veces dominadores y otras, dominados, esto ocurrió a lo largo de 781 años. Largo período que desde que en el año 718 los astures dirigidos por el visigodo Pelayo consiguieron la primera victoria conocida frente a un grupo musulmán, - esta victoria será más tarde mitificada por los cronistas cristianos que convierten a Covadonga en una gran batalla de la que hacen partir la reconquista cristiana, cuando la realidad no fue sino una escaramuza ignorada por los musulmanes, - hasta que la reconquista llega al Tajo en sus primeros momentos y se reactiva el núcleo de población antigua que aquí perduraba desde la dominación romana y visigoda, hubo un largo período de tiempo, quizás el suficiente, para que árabes y musulmanes, entraran en contacto, plantaran sus cultivos en los aledaños de Casas de Millán, y se levantara el pueblo propiamente dicho a la sombra de la primitiva población hispano-romano-visigótica y a la política repobladora que los monarcas cristianos hicieron, cuando el Islam estuvo allende del Tajo, en la Reconquista.
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¹ Isidoro de Sevilla. La historia de los godos, vándalo y suevos.
² Bernabé Moreno de Vargas. Historia de la ciudad de Mérida.
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