jueves, 21 de diciembre de 2017

Manuel Escribano Rodríguez (y II)

Con sus 29 años, en la cálida mañana romana del 9 de julio, madura su formación intelectual y personal, aunque los años seguirán perfilando y “filigraneándola”, está dispuesto para participar del sacerdocio ministerial de Cristo.
 

Es la capilla de los españoles, en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, sita en la Plaza Nueva de Roma, donde el cardenal Luigi Traglia, Vicario del Papa Bueno, Juan XXIII imponiéndole las manos, lo agrega al grupo de  servidores del pueblo de Dios.
 
Como un presagio se ordena cerca de la fuente berniniana llamada Fuente de los Cuatro Ríos, en la que  simbolizado el Río de la Plata, será su recorrido principal de su sacerdocio. Él mismo dirá 50 años después que: “Mi sacerdocio lo tengo vivido como los Reyes Magos, “como sacramento del camino” para llevar las personas a Cristo”.
 
Desde ese mismo año tendrá representación su querido Brasil en el Palazzo Pamphili, ubicado en esta Plaza Nueva, que fue vendido al gobierno brasileño para Embajada.
 
Poco tiempo después lo vimos celebrar su primera misa entre nosotros, en aquella parroquia de S. Nicolás de Bari, que tantos sacerdotes, religiosos y religiosas ha dado a la Iglesia.
 
Su sonrisa, amabilidad, y alegría de esos días, pronto quedó truncada, aunque no perdió la paz interior, por el fallecimiento de su padre. Ya se preparaba para regresar a Roma, cuando este hecho luctuoso le hizo postergarlo.
 
Una vez superado el dolor de todo fallecimiento, volvió a Roma.
 
Es el momento de empezar la actividad pastoral y apostólica. 173 Km distará de Roma el nuevo destino, en la provincia de Chieti, región de los Abruzzos,  localidad de Palmoli. Pueblo pequeño de montaña, con unos mil habitantes, famoso por la marca Palmolive. El convento de ¿S. Antonio? será su casa.
 
Su nuevo destino llevará la impronta evangélica del “Id por el mundo”. Un mundo nuevo para él, pero será el Nuevo Mundo, el país lejano de donde tuvo que venir el Papa Francisco. Argentina.
 
Será seguidor de tantos españoles llegados desde 1527, y de tantos misioneros, entre ellos las misiones de los jesuitas que expandieron la fe católica. Va a  la provincia de Córdoba, a  distancia de 191 Km de la Córdoba capital, al pueblo de Morrison, de unos 3,300 habitantes actualmente. Allí tenía la Congregación de la Sagrada Familia un colegio.
 
Durante diez años se entregará, como lo hacía en todos sus trabajos, con dedicación plena a la labor apostólica en diversos frentes. Enseñanza, atención a las gentes, no solamente en el pueblo, sino por do quiera era solicitado. Su amabilidad y don de gentes pronto le granjearon el aprecio y cariño de bastantes fieles. Son años en que, como decíamos al principio, se va perfilando su personalidad de organizador, responsabilidad, hombre de espíritu, que desemboca en un nombramiento por parte de la Congregación de  Provincial para Sudamérica.
 
De Argentina tiene que dar el salto a Brasil. Curitiba será su nuevo destino. Esto le hace ampliar su capacidad políglota. Un nuevo idioma se añade a los que domina, el portugués.
 
Curitiba es la primera ciudad del sur del Brasil, de gran prosperidad en todos los órdenes.
 
Estamos en el año 1985. Lleva durante los siguientes años  una labor ingente de formación de seminaristas, fundación de casas por toda América del Sur. Su presencia se extiende por Colombia, Perú, Bolivia, Venezuela y México.
 
El 17 de Noviembre de 1987 se están poniendo los inicios de una obra querida para él. La que será Parroquia de Santa María Goretti, en Curitiba. Es un encargo especial de su Obispo. Está en un barrio de la ciudad, plena naturaleza boscosa, que posteriormente se convertirá en zona elegante, compitiendo con la misma Santa Felicidade.  
 
La impaciencia le lleva a celebrar una misa en lo que podríamos decir, es el cascarón del edificio. Todos de pie, ante un altar improvisado, con las melodías de una pequeña coral, pero con una alegría manifestada en los rostros de los asistentes. Es el 29 de Noviembre de dicho año. Como toda construcción por estos lares, no es de factura como entre nosotros, sino lo suficiente para librarse de los rayos solares y la intemperie.
 
Será el 19 de Noviembre de 1988, cuando con la iglesia llena y presidida la comunidad por el Sr. Obispo, se celebrará la misa de inauguración. Todo son alegrías y parabienes mutuos.
 
Pero queda una ingente labor. Una parroquia no es el edificio de la iglesia, sino la Iglesia para el edificio. La parroquia es esa comunidad que está formada por todos los bautizados que quieren ser apóstoles del Evangelio con todos sus distintos cometidos. Ahí sigue trabajando Manuel. La formación catequética, la liturgia, la caridad para todos los más necesitados, etc. Una vez más se cumplirá el texto bíblico. Me gastaré y desgastaré.
 
Por eso está metido en otra tarea muy importante, también deseada por su Obispo. La construcción de un seminario para vocacionados, seminaristas.
 
Ahí ha ido gastando sus 25 años de permanencia en Curitiba. Ciudad de la que dirá en su homilía de despedida: “Jamás me faltó el cariño de este pueblo de Dios en Curitiba; de la cual no es fácil hablar;  que nunca ama bastante y siempre ama demasiado;  que mimó mi sacerdocio hasta cuando me equivocaba; que me ¿arrebató? cuando ya estaba arrebatado; que no está solo para contemplarla con la inteligencia, sino con los ojos del corazón.”
 
Todo ello nos da prueba de cómo había encontrado la felicidad en el vivir de estos años. De cómo se sentía oidor de aquel: “Siervo bueno y fiel, entra al gozo de tu Señor”.
 

Pero… como en toda familia las nuevas generaciones vienen con nuevas energías, que precisamente sustituirán a las gastadas por las anteriores. Manuel bien merece descansar de la vorágine del día a día, con sus urgencias, dentro de la paz religiosa. Sus superiores le invitan a ese descanso.
 
A su alrededor se juntan cuantos sienten, por una parte agradecimiento de la entrega que ha hecho, por otra, porque sigue siendo realidad, que cuando un amigo se va algo se pierde del alma. El Padre provincial en nombre de la Parroquia lo despide. Él mismo entonará el:
 
Sentir e deixar,
deixar e partir,
e tudo sentir
a força de amar.
 
Como en toda despedida, placas y reconocimiento de su servicio a la comunidad parroquial están las diversas representaciones.
 
Estuvo en su pueblo natal por última vez en el verano del 2010. Fue un tiempo a Curitiba para celebrar sus bodas sacerdotales de oro y empezó posteriormente la cuenta de su peregrinar.
 
El dicho de S. Pablo también se cumplió en su vida: “No busco vuestras cosas sino a vosotros mismos”.
 
Como todo apóstol tuvo que cargar también con la ingratitud de aquellos por los que se desgastaba. Donde quería sembrar la paz y la  no violencia, también fue víctima de ella. Fue atracado y robado en plena calle a punta de pistola por los mismos a quienes quería encauzar a una vida feliz.
 
También se granjeó el aprecio de personas, poseedores de grandes Facendas que aportaban su dinero a la congregación y para los pobres. 
 
Ya en el declive de su vida fue trasladado a Barcelona, por un corto periodo de tiempo, pensando que residiría definitivamente allí, pero  de nuevo fue trasladado a Roma y de allí destinado a Pálmoli, lugar del inicio de su carrera, donde esperando el regreso definitivo a España cumplió sus bodas de oro sacerdotales y comenzó a enfermar. Sus complicaciones renales se agravaron. 

Era su final.
 
Ha cumplido lo que dejó escrito: Soy  sacerdote con Dios y  para Dios; y para el pueblo de Dios.
 
Y ha vivido su sacerdocio  como él decía: Vivo mi sacerdocio como los Reyes Magos, o sea, como “Sacramento del Camino”, para poder llevar así las personas a Cristo.
 
Ocupó puestos importantes en los capítulos de la congregación y colaboró en el desarrollo y promoción de múltiples paisanos que se habían incorporado al instituto, desde diversos lugares de Extremadura, apoyando para que el general de la Sagrada Familia fuese Jesús Díaz Alonso, un Extremeño hijo de Serradilla.
 
Como toda familia religiosa, al igual que en la humana, quiere tener cerca el reposo de sus difuntos. Ello explica el poco entusiasmo en que fueran trasladadas sus cenizas junto a las de sus padres, en Casas de Millán, donde siempre había deseado, y que su hermana pequeña logró.
 
Falleció en Vasto, ciudad próxima a Pálmoli el 22 de Diciembre de 2011en un instituto hospital, dependiente de la orden Franciscana. Estoy seguro, que junto con otros santos sería recibido, paradojas de la vida, por S. Francisco, con el que desde niño soñó y se encomendó en la Orden Franciscana.
 
Su cuerpo fue incinerado en Pescara, Italia, y traído a España a continuación, donde reposan sus restos en compañía de sus padres, en el pueblo que le vio nacer.
 
Efemérides religioso-clericales
 
Los años 1955 y 56 son años de toma de hábito y profesión religiosa.
En el 1956, casi terminando el año comienza con la tonsuras.
Las órdenes menores las recibe en los años 1957-58.
En 1959 tiene lugar su profesión perpetua y subdiaconado.
En los comienzos del año 1960 recibe el diaconado, para terminar con la ordenación sacerdotal el 10/VII/1960.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Manuel Escribano Rodríguez (I)

Quiero comenzar este capítulo, con esta letra del canto que por última vez cantó Manuel Escribano González con los parroquianos en la misa de despedida de “su” parroquia de Santa María Goretti, en Curitiba, Brasil.
 
Sentir e deixar,
Deixar e partir,
E tudo sentir
A força de amar.
Partir e deixar,
Deixar e partir
Saudades sentir
Na terra e no ar.
 
Sus cualidades de poeta y músico, de las que algunos teníamos conocimiento en su pueblo natal, puestas en su corazón, que había entregado durante tantos años entre los brasileños, las veíamos reflejadas, cantando con alegría, para emprender una nueva etapa en su vida terrena.
 
Esas mismas palabras las recordamos al final de su vida ocurrida el 22 de Diciembre de 2011, día en que, como en la Iglesia Católica, celebramos las fiesta de los santos, cuando emprendieron la etapa eterna del “entra en el gozo de su Señor”.
 
Puede que como en el caso de Miguel del Barco, la lejanía, la poca frecuencia de visitar su pueblo durante tantos años en que estuvo en la otra parte del continente de América, nos hayan hecho olvidar nuestro paisanaje con él.
 
Por eso quiero dejar constancia de su condición de “casito”, entre otros muchos, que fueron repartiendo la fe que mamaron en la Parroquia de San Nicolás de Bari.
 
El día 27 del mes de Febrero del 1931, comenzaba su andadura de fe, esperanza y amor, en la pila bautismal de la Parroquia, avalando el deseo de sus padres Dionisio y Marcelina y sus padrinos. El día 27 del mismo mes y año, se constituye en el primogénito de 4 hermanos, él, Ana María, Luis e Inés Rita.
 

Esta fe fue bien cultivada desde su tierna infancia en esta familia de los Escribanos Rodríguez. Como hemos visto anteriormente, estaba su tío el P. Enrique Escribano González, que también ostentaba el nombre de pila, de Manuel, hermano de su padre.
 
Durante dos años fue el centro del cariño y atenciones de sus padres, que veían plasmado el amor que se habían jurado ante el altar de S. Nicolás de Bari en el año de 1929, hasta que llegó su hermana Ana María.
 
Pronto se romperían los límites familiares, hasta cierto punto, para dar otro lugar de expansión de socialización y aprendizaje de Manuel. Tendría que acudir a la escuela de párvulos que regentaba su tía abuela, la Señora Pepa.
 
Así pasarían sus primeros años, hasta que cuando llega Luis, cumplidos los seis años, sigue ampliando sus lugares de aprendizaje social e intelectual. Ya va a la escuela Nacional, regentada por su paisano, el Maestro D. Eduardo de la Fuente Borja, en su primera etapa. Después será D. César. Ambos pusieron buenos fundamentos o bases para que, quien posteriormente destacaría en los conocimientos universitarios, pudiera avanzar. Sus compañeros y “quintos”, los Miguel, Nicolás, Pedro, Marcelino, Juan, etc., compartieron los juegos y correrías por “El lejío”, patio de recreo comunal.

Fuente del Maestre. Convento de los Franciscanos.
Fue fundado por Doña Elvira García Zambrano en el año 1645.
Se encuadran dentro del ESTILO BARROCO propio de la época de su fundación.

Su estancia en Fuente del Maestre. Años 1940
 
Siguiendo la lógica humana, en la que con frecuencia se da el principio bíblico, “mis caminos no son vuestros caminos”, por la influencia familiar de su tío paterno el P. Enrique Escribano, franciscano, se le encauza por el camino del “Poverello de Asís”, ingresando en el seminario de la orden franciscana existente en la localidad pacense de Fuente del Maestre.
 
Años duros. La postguerra se deja sentir fuertemente. Pero, aun dentro de la pobreza social, que repercute en los medios materiales de alimentación y educación, aquí se palían los intelectuales, que muchos padres buscaban para sus hijos. Aparte de la formación humana de aquellos que buscaban la huida del común de los fieles.
 
Ciertamente la alimentación escasea, y cuando se encuentra, no es de buena calidad. Son los llamados vulgarmente “los años del hambre”. El no me gusta y no me apetece de ahora, no existían. Sí existían las “cartillas de racionamiento”.
 

A pesar de todo, dentro de todos los inconvenientes, la alimentación intelectual es buena. Manuel es esponja cerebral que va captando los saberes que los padres franciscanos van depositando en su mente. Sus notas lo reflejan y su paso de un curso a otro.
 
Etapa de Loreto
 
Transcurridos los primeros años de seminario fue trasladado al noviciado de Loreto.
 
El convento o santuario de Nuestra Señora de Loreto se encuentra en las cercanías de la localidad de Espartinas, (Provincia de Sevilla, España). El convento, junto con la hacienda del mismo nombre y la torre defensiva medieval de origen cristiano denominada Torre de Loreto, conforman un enclave de alto valor patrimonial muy destacado en la comarca del Aljarafe sevillano.
 
Con sus años, va a comenzar los estudios de filosofía, propios de la formación eclesiástica.
 
Si en la etapa de Fuente del Maestre las dificultades y calamidades vienen de parte de la situación de la posguerra, ésta se va a caracterizar por las dificultades de salud. El duro trabajo repercute fuertemente en la salud, hasta tal punto de que la madre, con el fin de poder atenderlo, se traslada a la hospedería del convento para poder cuidarlo en estas circunstancias. Y ya sabemos, ¿qué no consigue una madre? Terminó aquella primavera y Manolo parece que había recobrado las energías para seguir sus estudios.
 
Pero parece que, como decíamos antes, “los caminos del Señor no eran nuestros caminos”. Por estas circunstancias se va a cambiar totalmente el itinerario emprendido.
 
No ha pasado mucho tiempo, cuando nuevamente cae enfermo. La situación, a ojos de sus padres, no parece arreglarse con que la madre vuelva nuevamente al convento. El padre, en su visión de padre, decide que en estos momentos lo mejor es traerlo a casa para que tuviera una mejor atención y recuperación, con intención de volver al convento, cuando todo haya quedado con unas garantías de estabilidad sanitaria.
 
En ese ínterin un nuevo episodio tuerce los caminos humanos. Tiene la edad del cumplimiento del servicio militar, obligatorio en aquellos momentos. Para los estudiantes eclesiásticos, estaba establecido que podían pedir prórroga para incorporarse al ejército posteriormente o librarse. Pero, no se había hecho la tramitación correspondiente, al pensar que volvería al convento. Esto da lugar a que lo declarasen prófugo. No hay más solución que incorporarse inmediatamente al ejército.
 
Melilla será su destino. Allí cumple los años correspondientes hasta que se licenció. Esto supuso verse, humanamente, con su vocación truncada. Surgen las incógnitas hacia dónde poner rumbo. Momentos difíciles, que pasa en su pueblo. Aquí encuentra la ayuda y orientación de los suyos. De momento hay que preparar unas oposiciones a “algo”.
 
Hay un hueco para quienes tiene unos conocimientos superiores. Dar clases particulares. En las circunstancias económicas de las familias, no es fácil paliar la pobreza intelectual de los hijos, a quienes tienen que mantener al lado del padre, para que puedan aportar algo a la economía doméstica. No se puede seguir en la escuela. Y eso que había un aprecio grande por invertir mejor en los hijos que en “casas, cosas o ganados”.
 
Un Rafael, arcángel de los caminantes, con presencia humana aparece por el pueblo, El Padre Morera. Al igual que a Tobías le va a conducir a su nuevo destino. La Congregación de La Sagrada Familia.
 
Es una congregación que, contando con la aprobación del obispo, en 1864, José Mayanet funda. Los Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José, con la misión de imitar, honrar y propagar el culto de la Sagrada Familia de Nazaret y procurar la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación e instrucción católica de la niñez y juventud y el ministerio sacerdotal.
 
Los Hijos de la Sagrada Familia, herederos espirituales de San José Manyanet, continúan en el empeño de renovar la sociedad por medio de familias cristianas conformadas al modelo de la de Nazaret.
 
Allá, al colegio de Barcelona se encaminan los pasos de Manuel, siguiendo al padre Morera. Ingresa en la Congregación, pero nuevo inconveniente se presenta. No se le reconocen los estudios cursados en los colegios franciscanos. Quien podía haber hecho algo para solventar este escollo, su tío P. Enrique, no le prestó ninguna ayuda. No obstante, Manuel tenía clara su vocación y continuó en su empeño de responder al Señor, que aparentemente parece que se lo impedía. Dos años después la Orden franciscana reconoció que había cursado dichos estudios.
 
Con normalidad pasaron los años de su formación en el seminario de la Congregación en Barcelona.
 
Desde Barcelona fue trasladado a Roma donde prosiguió la formación eclesiástica en la Universidad Pontificia, siguiendo casualmente el camino de su tío Manuel, el padre Enrique, licenciándose en Teología.