martes, 19 de junio de 2018

Ermita de Santa Marina (y II)

Pero los acontecimientos venideros no contribuyen a que las obras puedan seguir el ritmo de restauración que se desea. El alma de dicha restauración es D. Manuel Suárez de Valcárcel, no sólo en cuento a su pecunio, sino porque es el animador de las personas que se han dedicado a las tareas. Por eso indica lo imposibilitado que está el Cura para seguir las obras, y pide a patronos y Mayordomos que sigan con las obras.

Siguen acumulándose dificultades. Hay una presencia del visitador del Sr. Obispo,  D. Narciso de Soto, y a la vista  de cómo se encuentra la obra comenzada de la ermita, ve que no se puede seguir según lo previsto por falta de ánimos y sobre todo por falta de dinero. En vista de lo cual dicho visitador propone que se haga de madera el techo y, dado el costo que tiene, tratando de que quede proporcionalmente, se corte la ermita por donde parezca. Con el material que ya se había comprado para bóvedas y paredes, se venda  para ayuda del resto de la obra. Insta también para que la devoción de los devotos contribuya. Indica igualmente que sería mejor que se pusiera esta ermita en el Pueblo.

Va pasando el tiempo. Nos encontramos en 1777. Es el 16 de mayo. En la santa visita que está realizando el Vicario General del Obispado, al hacer la revisión de las cuentas de la ermita de Santa Marina, después de reconocer que están bien, urge al mayordomo al pago de los dos mil novecientos sesenta y nueve reales y diez y seis maravedís que de últimas cuentas contra él resultan y que lo tenga de pronto para ocurrir a los gastos urgentes de  dicha imagen y su ermita.
 
Esto nos indica cómo estaba la cuestión económica en relación con las obras, pues con frecuencia, cuando al presentar las cuentas el mayordomo tenía cantidades que eran saldos positivos, y tenía que pasar al siguiente mayordomo, no había una urgencia en hacerlo.

Pero aquello debió ponerse peor, pues en una visita siguiente habiendo reconocido el estado de la fábrica de la ermita de Sta. Marina y que de día en día aquello se iba deteriorando más, manda que se demuela desde las base, para que no sea un refugio de malhechores. Que los materiales se vendan en subasta y se unan al liquidador, que resulta a su favor en última cuenta. Todo ello se envió y unió a la cuenta fábrica de la Parroquia, como matriz de todas las ermitas.
 
Dice que puede aplicarse para dar el culto mayor a la Santa e incluso echar un suelo a la iglesia y unos canceles.
 
La Parroquia queda con la obligación de celebrar anualmente la función de la Santa en su día por los cofrades, vivos y difuntos y sermón.

Debió pasar un tiempo, pues hasta la visita que se tiene el año 1793, donde se nos dice que:

 “… y en atención al estado deplorable en que se halla la ermita de dicha Santa amenazando una próxima total ruina  sin facultades para su reparo y que aun habiéndolas no debería serlo según lo prevenido y mandado por órdenes para la demolición de semejantes ermitas situadas en despoblado, que lejos de servir a la devoción son solo abrigo de malhechores y ofensa a Dios Ntro. Sr. Manda S. S. I. que desde luego se desmantele y demuela la expresada ermita de Sta. Marina, trasladándose su imagen a la de S. Juan y Sta. Lucía del lugar de Casas de Millán; donde como situada dentro del pueblo no sólo es más a propósito para que los fieles ejerzan con mayor comodidad su devoción y frecuencia de orar a la Santa, sino también para ocurrir a cualquier caso fortuito que pueda sobrevenir en la iglesia principal por el que vea necesario hacer uso de ella para las funciones parroquiales. Para cuyo fines encarga S. S. I. su pronto reparo y aseo en cuanto lo necesite, cometiéndolo el Cura Rector para que lo procure con la posible brevedad; aplicando S. S. I. en uso de su jurisdicción y facultades las rentas, efectos y caudales con el expresado alcance de la ermita y Cofradía de Santa Marina a la de S. Juan y Santa Lucía, uniéndolas perpetuamente para que se sirva como una misma Cofradía y por uso mismos estatutos, culto y devoción, quedando desde ahora incorporadas en un todo, aplicando en igual conformidad los materiales de la antigua ermita que puedan aprovecharse para servicio de la de S. Juan a que se agregan: formándose y extendiendo las cuentas de entrambas en el presente libro en adelante como de una sola Cofradía, aunque con distinción de las causas de que procedan los cargos.

En 15  del mes de Junio, año de 1793, se realiza el cumplimiento de lo mandado anteriormente.

El Cura Rector de la parroquia comunica tanto al Síndico, como al comandante del pueblo, patronos juntamente con el Cura, de la ermita de Santa Mariana, así igualmente al mayordomo José Sánchez Corral, lo ordenado.


También se le comunican los deseos del Sr. Obispo a D. Antonio Fernández Santos, capellán de la ermita de S. Juan y Santa Lucía. Todos ellos quedaron convencidos para la observancia y cumplimiento de lo mandado.

En la visita de 1800, ya se hace la aprobación de cuentas “de las ermitas incorporadas de S. Juan, Sta. Lucía y Sta. Marina”. De esta forma queda finalizada la presencia de la ermita de Santa Marina.

Quedan consignados unos últimos flecos referentes a bienes que tenía la ermita de Santa Marina.

Al Cura Rector se le manda que ponga en claro a toda costa lo que se asegura y dice sobre el huertecillo correspondiente a la ermita de Sta. Marina que linda con una huerta de árboles frutales correspondientes a la capellanía que disfruta y posee D. Vicente Riqueros en la dehesa del Campillo.

Aquí da la impresión de que con la situación social del principio de siglo, como siempre, hubo quien se aprovechó de esto. Se indagó, pero no dio resultado alguno.

Así termina el testimonio escrito de la ermita de Sta. Marina. Y dejamos la imagen de Sta. Marina en la ermita de S. Juan y Sta. Lucía. ¿Cuándo y cómo pasó al templo parroquial?

jueves, 7 de junio de 2018

Ermita de Santa Marina (I)

La Sierra de Santa Marina, ¿se llamó así por la ermita que en su ladera Sur tenía, o estaba llamándose así e hicieron una ermita allí?
 
Me da la impresión de que algún gallego llegó a estas tierras que, con la devoción a su paisana traída en la cartera de  su corazón, difundió la devoción a dicha santa por estos lugares. Porque tratando de establecer relaciones territoriales, se encuentra dicha advocación en varios lugares de la comarca. Pedroso de Acim, pueblo fundado en el siglo XIV por el asentamiento de unos carboneros que explotaban el bosque de esta serranía. Su iglesia parroquial está dedicada a esta Santa. Cañaveral, cuya parroquia también está dedicada a Santa Marina.
 
Como la parroquia de Casas de Millán está dedicada a S. Nicolás de Bari, probablemente se conformaron con una ermita dedicada a esta santa y que posteriormente se denominó a la sierra, en cuyas laderas estaba sita, de Santa Marina.
 
Hay otra hipótesis, puesto que no está documentada históricamente.
 
Claudio Palomino Blázquez, “casito”, remite a un artículo que había leído sobre la cristianización de las fuentes termales cerca de la Vía de la Plata. Entre ellas menciona la de Santa Marina a 2 kms. de Casas de Millán y a 1'5 kms. de.... medicinales, ermitas de culto cristiano y pervivencia en la toponimia. El estudio de (El tema del culto a las aguas y su continuidad en relación con las vías naturales de la comunicación, por Salvadora Haba Quirós y Victoria Rodríguez.)

¿Quién era santa Marina?
 
Los datos que tenemos son una mezcla entre la realidad y la leyenda. Junto a la realidad de su nacimiento en 119, en Balcagia, actual Bayona, de la provincia de Pontevedra, de Lucio Castelio Severo, gobernador romano y su esposa Calsia, nos encontramos con una leyenda. Dejando a un lado la parte de leyenda,  parece que se convierte al cristianismo.
 
Con la persecución romana son dos hermanas martirizadas, Marina y Liberta, a la edad de unos 20 años, 139 p. C. La fiesta de Santa Marina se celebra el 18 de Enero.
 
Para ubicar la ermita en Casas de Millán, escogen un sitio ideal. La fuente de donde arranca el arroyo Del Campillo. Fuente que con frecuencia aparece en los libros parroquiales de Santa Marina.
 
Dicen precisamente, es probable que la leyenda esté en el fono de todo esto, que Santa Marina fue decapitada y arrojada a un horno, pero su cuerpo nunca se quemó. Tras cortársele la cabeza, ésta golpeó el suelo dando tres botes. De esos tres lugares donde golpeó su cabeza manaron tres manantiales de agua, otorgando así el nombre de Augas Santas al lugar. Del manantial de Augas Santas sigue manando agua en la actualidad y son miles los fieles que acuden a beber estas aguas milagrosas a las que se les atribuyen poderes curativos. 

Zurbarán la representó ataviada como una gran señora.
 
Y encontrándonos ya en la historia de la ermita, podemos decir que en 1516, año en que dan comienzo los libros de la cofradía, hallamos que poseía  parte en la dehesa del Campillo de los Camargos, propiedad del Conde de la Oliva, una huerta de árboles de fruta de espino y una ermita.
 
La ermita es pequeña, aunque ya está provista de torre con campana pequeña, un retablo con la imagen de la Santa que es de talla.
 
Pero, como es natural, los vecinos no pueden sacar en procesión la talla, que debería ser grande, y se manda, que se haga una imagen de Sta. Marina de media vara de largo, poco más o menos, para sacar su día y traer en procesión.
 
Después de muchos años hay un acontecimiento que trastorna la vida normal de la ermita y la devoción a Santa Marina.
 
En las cuentas que presenta Diego de la Puerta, al final de su mandato en el  año 1763 nos dice:
 
“Mediante el caso desgraciado que padeció dicha ermita en el día 18 del corriente a cosa de las 9 horas de la noche el de haberse quemado la tercera parte de dicho ermita, con la efigie de la Santa, su retablo, ornamento y todas sus alhajas, de lo que final de esta cuenta se deja la providencia que parezca justa, para de todo ello dan parte al Ilmo. Sr. Obispo Prelado de este Diócesis”
 
Como es lógico, ante tal desastre hay que tomar determinaciones para ver cómo reparar tal desaparición de la ermita. Como era normal, ya que la cofradía tenía bienes, es ver con qué se contaba, y así se ordena hacer revisión de todas las escrituras de propiedades de la ermita. A continuación se comienzan las ayudas para la restauración de los daños anteriores
 
Y comienzan las restauraciones, empezando por la imagen de Santa Marina. Es casi seguro que sea la imagen que ahora, después de varios traslados de domicilio, que después veremos, se sitúa en el retablo principal de la Parroquia.
 
Comienzan los gastos de los que se dan cuenta en las liquidaciones que presentan los distintos mayordomos.
 
“Primeramente 400 reales que pago a Antonio Maragaña, escultor en la ciudad de Plasencia para hechura de la nueva imagen de Sta. Marina que está en casa del dicho Sr. Cura mientras se concluye la obra de la ermita para colocarla en ella…
 
Mas data 280 reales que paso a D. Alfonso de San Juan, dorador en la ciudad de Plasencia por dorar y estofar dicha imagen de la Santa
 
3,122 reales  que hasta el día de hoy tiene gastado en las obras de la ermita, como es hacer ladrillo para las bóvedas y conducirlos a dicha ermita, compra de cal y arena y mezclarlos; sacar cantería y conducirla a la ermita… etc.
 
La obra supone 3,122+4,532= 7,714 reales.
 
18 reales que pago a José Ramos, carpintero de Plasencia, por la madera y hechura de una caja para conducir la imagen de la Santa, de Plasencia a este Pueblo.
 
Data total: 8,412 reales. Hubo de cargo 2,100´18 reales
 
El Cura Lic. D. Manuel Suárez de Valcárcel dona 6,311 reales con 16 maravedíes”.