viernes, 11 de mayo de 2018

San Sebastián, Patrón del Pueblo (y II)

Es presumible que los primeros cristianos en su persecución en Roma se lleven la devoción a estos santos hacia la cuenca del Mediterráneo.
 

Por nuestra región debió propagarse hacia el s. XII, con motivo de la abogacía de la peste que se le atribuye al Santo. De hecho nos encontramos con esta fiesta en Portezuelo, Acehúche, Hinojal, Torrejón el Rubio, Torrejoncillo, Coria, etc.
 
Una de las cosas que sorprenden en el archivo parroquial es no encontrar nada más que un libro sobre la cofradía de S. Sebastián y éste además tardíamente, pues comienza en 1786, sin encontrar referencias en otros documentos del archivo. Sí que en unas reseñas de libros encontradas y que debió ser el P. Enrique quien las hizo, se encuentra una que expresa:
 
Un libro tamaño folio que lleva por título Mártires, forrado en pergamino. Se refiere a S. Fabián y Sebastián. En él se anotan las mandas a los mártires y su cumplimiento. Tónica para conocer la devoción del pueblo a los mismos. Está fol. parte, el folio 126 inclusive. Tiene 14 hojas sin foliar. Comienza en el 1663 y termina con una visita de 1793
 
¿Dónde ha ido a parar?
 
Por todo lo anterior sólo me referiré a lo que se encuentra a partir de 1786.
 
Al comienzo del libro se da cuenta de que es Mayordomo D. Francisco Gutiérrez Garay, Cura Rector y, como resumen de la economía entre los años 1783 y 1786, se notifica que se han recogido 3.299,13 reales para reparar las quiebras de la ermita del Santo, como también las del viacrucis y construcción de cantería de las que faltan.
 
Como después resumiremos hay un dato que sorprende y es ¿por qué esta hermandad o cofradía va a correr con la preocupación del mantenimiento del viacrucis?
 
En algún momento, como veremos más adelante, en los últimos años se ha planteado, al hacer reparaciones en el Calvario, a quien pertenece tal testimonio de fe de los feligreses del pueblo.
 
Tenemos pues, que la ermita de los Santos, data de fechas anteriores, al menos del siglo XVII ateniéndonos a la reseña que hace el P. Enrique del libro anteriormente consignada.
 
De las primeras notas históricas que aparecen nos damos cuenta que la ermita necesita reparaciones en las cuales se invierten unos maravedíes. Pero no sólo la fábrica del edificio, sino que por los gastos empleados sabemos que tenía un retablo. ¿De qué tipo? No debía de ser de tipo artesanal, puesto que se gastaron 114 maravedíes en la pintura que trajeron de Salamanca para repararlo.
 
La ermita sigue necesitando reparaciones, pues el paso de los años deja huellas. 

Hacia 1800, ante el deterioro de las puertas hay que poner unas nuevas. Pero no solamente las puertas, sino que se trajeron, puesto que aquí no hay cantería, las canterías para la portada y se enrolló la entrada de la puerta.
 
Anteriormente hemos dicho que la extensión de la devoción a San Sebastián fue motivada por ser abogado contra la peste. Pues bien, ante la gran peste que se desencadenó el año 1805 los “casitos” recurrieron a su santo patrón. Hicieron una novena y procesión especial, pidiendo la curación de todos los afectados. Pero no solamente eso, sino que la Hermandad hizo recogida de limosnas, para ayudar a aquellas familias que más habían padecido la epidemia.
 
¿No sería por este motivo por el que se tiene en la fiesta de San Sebastián el “capazo”? En muchos sitios en las hogueras que se celebran en invierno, tenemos también las de San Juan, hay una tradición de que quemaron por cautela sanitaria las ropas que habían usado los apestados. Por ello hacían lo que se llama “la velá”. Es posible que una vez pasado el peligro de la peste, como la hoguera se había asociado a una fiesta religiosa, quedaran sustituidos lo utensilio o ropas usadas por los capazos viejos que se tiraban de las almazaras de aceite.
 
Sin entrar en más disquisiciones, la verdad es que la tradición de esas hogueras sigue siendo motivo de unidad y convivencia del pueblo. Por ello los mayordomos de las fiestas convidan a sus convecinos para compartir la alegría y la fiesta.
 
El nominativo de Hermandad que ostentan muchas asociaciones en este tiempo, no queda restringido solamente para los que están afiliados a la devoción del santo, sino que también, dentro de la parroquia manifiesta la unidad que tenían unas con otras. Un dato que se nos consigna en el libro de cuentas de San Sebastián, en el año 1806 nos dice que esta hermandad costeó hacer la espadaña en la ermita de Santa Marina y poner la campana.
 
Lástima que se interrumpan las notificaciones hasta 1826, puesto que no hay directiva en este tiempo.
 
1854. Año nefasto. La pandemia del cólera asola al pueblo. Y una vez más hay que acudir a San Sebastián, para que su intercesión, junto con los medios que había al alcance de la sanidad, erradique tal enfermedad. Por ello nos dicen las crónicas que “hubo procesión extraordinaria “por causa del cólera”.
 
Pero, como está reseñado en lo referente a la Virgen de Tebas, una vez más la Hermandad de San Sebastián acude en ayuda de ella para la obra que tiene que realizar, y que se ve no tiene dineros suficientes en ese año de 1859.
 
Nos dice así: Son data primeramente 400 reales que entrega este Mayordomo al de la ermita de Tebas en calidad de reintegro a excitación del Sr. Alcalde Narciso Marcos, y de acuerdo con el Sr. Cura; cuya cantidad hizo falta para acabar de pagar los gastos de poner una viga, componer los tejados y retocar los santos y altar de dicha ermita, que amenazaba ruinas, quedándole a deber a la ermita de Tebas a la de San Sebastián, los dichos 400 reales.
 
Por lo que hasta ahora hemos visto la ermita del Santo es escuetamente el edificio central. Por ello hay que construir una sacristía donde se puedan guardar tanto los ornamentos y utensilios necesarios para el culto del Santo, como el revestimiento del sacerdote que oficie las ceremonias.
 
Es el año 1867 cuando se decide  hacer dicha sacristía. La realiza el albañil Alejandro Martín Gómez, que ha entregado al mayordomo un recibo de coste de 891 reales.
 
Como puede verse, cada vez la devoción del Santo va creciendo y el interés de sus mayordomos, aun con las dificultades que supone el alimentarse económicamente de limosnas, es ir dotando a la ermita de los medios que necesita. Por eso la espadaña que tanto tiempo ha tenido la ermita, junto con el fortalecimiento de un arco interior ha supuesto un desembolso económico de 725 reales por el importe de jornales y materiales en el año 1889.
 
Año siguiente se acometerá una nueva actuación. Hay que retocar la imagen de S. Sebastián y S. Lucas que está en la ermita y cuyo importe asciende a 200 reales.
 
Poquito a poco se va invirtiendo en nuevas actuaciones los dineros que dé la fiesta, y contribución de los devotos, amén del mantenimiento de la misma fiesta, se van sacando. Por eso se emplean 210 reales en echar un solar a la ermita, se hacen las gradas nuevas y los poyos y nichos colaterales. Corre el año 1891.
 
Como gasto más importante en el año 1894 nos encontramos con 300 reales, porque hay que pintar de nuevo el retablo y los dos nichos colaterales.
 
En este seguimiento que hacemos de los avatares por los que pasa la fiesta y hermandad de los Santos Mártires, nos encontramos con un pequeño vacío de acontecimientos reseñables desde 1894 a los años veinte del siglo XX. Si acaso cómo, aunque todavía precariamente, se va pasando en las anotaciones de economía eclesial, de los reales a las pesetas. Es verdad que el decreto de 1868 establece la unidad monetaria de la peseta. Pero dada la delgadez económica de las familias y del vulgo, la contabilidad podía solo expresarse en reales.
 
Pero la fiesta de S. Sebastián sigue concitando la presencia de gente importante a nivel diocesano. La misa de la fiesta de 1923 se ve sonorizada por las voces de D. Juan Torrejón, contralto de la catedral de Plasencia, D. Martiniano Alonso, profesor del Seminario y D. Alfonso Bermejo, capellán maestro de Plasencia-Empalme. También es ensalzada la fiesta del año 1927 con la presencia del Sr. Obispo de la Diócesis, D. Justo Rivas Fernández. Año en el que hay una nueva intervención de obras en la ermita.
 
Y nuevamente un paréntesis de notificaciones. No aparece nada del 1929 al 34. No hay actas de nada. Los años siguientes, aunque se siguen celebrando las fiestas, las dificultades bélicas impiden reseñas especiales.
 
No obstante hay un dato curioso, aunque a algunos les parezca moderno. En el año 1939 aparece en unas cuentas la subasta de brazos de las andas.
 
Una de las partes que más dinero se llevan, sobre todo en estos edificios grandes es el tejado. Aunque es lo que menos luce a la vista de los devotos y feligreses. Pero es fundamental. Por eso corría el año 1942 cuando se terminó el tejado de la ermita haciendo al mismo tiempo el campanario o espadaña donde se colocó el campanito, que tantos años se ha conocido.
 
Fueron los años cuarenta del siglo pasado difíciles. La economía estaba bastante enjuta en los hogares. Pero no así la devoción de los lugareños por su Santo Patrón. Por eso, ante la voluntad de dotar su imagen de unas andas procesionales “muy hermosas y artísticas”, surgen la idea de poner en escena una obra de teatro. Obra que no podía estar más en consonancia con lo que en aquellos momentos se estaba viviendo, como se ha indicado anteriormente. “El tío Miseria”.
 
Esta comedia fue organizado por el Regla y su contra Regla de la misma, Eladio López Blázquez y su hijo Francisco López Cordero muy aficionados a las obras escénicas.
 
Y como la historia de los pueblos la hace la gente, no se deja de consignar quienes la pudieron hacer realidad, la interpretaron: Eladio López. Amando Blázquez, Manuel González; Fulgencio Serrano; Francisco Suárez; Constantino Clemente; Pedro de la Fuente; José Fabián; Félix Domínguez; José Alfonso Molano. Y mujeres: Julia Claver; Antonia de la Fuente; Juana Cordero; Juana Domínguez; Mercedes Martín; María Clemente; Consuelo Martín; Pilar Clemente; Petra Alfonso Molano.
 
Con alegría se hicieron dichas andas en Madrid y, para los tiempos que corrían, se pagaron religiosamente las mil pesetas que costaron. Eso sí, también se puso en escena, Moneda Blanca y su correspondiente sainete.
 
Terminamos, para conocimiento de los “casitos” jóvenes, con un episodio climático, que por poco “agua la fiesta”. Es el año 1946. Mayordomos Francisco Suárez Vecino y su esposa Presentación Gil Blanco. La víspera de la fiesta cae una nevada tan grande, que, como suelen decir los partes meteorológicos de los pueblos, “no se había conocido hacía 30 años.”
 
A la sazón era alcalde del pueblo Alfonso González Barco, que tuvo que mandar a varios mozos limpiar las calles para poder procesionar.
 
“Para predicar esta fiesta, estaba preparado para venir el P. Enrique Escribano González, natural de este pueblo, y residente en el Monasterio de Padres Franciscanos de Guadalupe, pero, porque no podían circular los automóviles por las carreteras por estar cubiertas de nieve, y se suprimió la circulación de carruajes, y no pudo venir.”
 
Esta predicación del P. Enrique se hizo realidad a los dos años, cuando su hermano José Escribano González y Teresa Sánchez, fueron mayordomos.
 

Para hacerse una idea de cómo estaba la economía, consta que por la subida al trono de la Virgen, que la hizo Tomás Fernández, niño, no se pagó nada y se ingresaron 228 Pts., menos de 2 €, se gastaron 210 pta. Y quedaron para fondos 18.
 
Las últimas intervenciones en la ermita
 
En 1994 la Caja de Extremadura, participó con sesenta mil pesetas en la restauración de la ermita de San Sebastián en la localidad cacereña de Casas de Millán.
 
Ayuda social de la Caja de Extremadura. (En apuntes, 1994)

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