Los pueblos no solamente tienen una historia general, sino que están compuestos de las historias personales de sus habitantes, y especialmente de los nacidos en ellos.
Son esas historias personales, las que nos indican también la calidad del terreno social en que enraizaron. Se pusieron desde la niñez en un ámbito social. Y, aunque es cierto que la calidad social de las familias determina en gran medida el desarrollo de las personas, no es menos cierto, que la persona del niño queda impregnada por el humus social que la rodea.
La pretensión de estos apuntes, no es de erudición histórica intelectual, sino de hacer llegar a los habitantes actuales de Casas de Millán, el conocimiento de un pueblo que ha tenido un pasado muy brillante, con sus personas relevantes.
De algunos de ellos hay escrito mucho. No seré yo quien trate de recopilar todo.
De otros por el contrario, no nos quedan nada más que referencias escuetas de su nacimiento o paso entre nosotros y su posterior ausencia.
Aunque se haga referencia en algún momento a personajes seglares, nos referiremos principalmente a personas que han profesado la vida religiosa o sacerdotal secular. O como ocurre con el “fundador” de La Virgen de la Montaña en Cáceres, su vida quedó marcada por la gran devoción a la Santísima Virgen.
No se trata de la biografía de ninguno de ellos, sino de pinceladas de sus vidas.
Comenzamos por el más antiguo que he encontrado y que algunos conocen.
D. JUAN YÁÑEZ, OBISPO DE CALAHORRA
No son muchas las noticias tenemos de este Obispo. Es más, parece que hay una confusión en el nombre y apellidos. Es cierto que con esta nominación se encuentra en la lista de obispos de la diócesis de Calahorra.
Según las referencias, nace en Casas de Millán, aproximadamente por los años 1474, puesto que murió a la edad de setenta años en 1544. No se puede aportar documentación testificativa, puesto que los archivos parroquiales no comienzan hasta los años 1560. Su procedencia debía ser de familia acomodada, más, diríamos que señorial, puesto que llega a obtener una plaza en El Colegio Mayor de San Bartolomé.
Si decimos que procedía de una familia acomodada es porque el apellido Yáñez, procedente de Galicia, lo ostentan personajes importantes. La casa solar de esta noble familia procede del lugar denominado 'Tierra de Bóveda', próxima a la ciudad de Orense. Desde tiempos inmemoriales, los miembros del linaje de los Yáñez se vinieron dedicando al ejercicio de las armas.
De Galicia, el apellido Yáñez se fue extendiendo por ambas Castillas, Extremadura y, sobre todo, por Andalucía.
Tengamos en cuenta que el apellido Yáñez lo ostenta, Gonzalo Yáñez de Balboa, 9º Maestre de la Orden de Calatrava, entre otros. Igualmente Pedro Yáñez, de la Orden del Temple.
Es muy probable que llegara a Casas de Millán con motivo de la repoblación que tuvo lugar en estas tierras desde Castilla, cuando se pusieron límites a los reinos de Castilla y León mediante la línea de la Vía de la Plata y que sigue como límites aún entre la diócesis de Coria y Plasencia.
Además, el hecho de que estudiara en el Colegio Mayor del Arzobispo, nos da un motivo más para atribuirle un origen familiar importante, puesto que el colegio lo fundó Diego de Anaya Maldonado en 1401, adscrito a la Universidad de Salamanca. Uniforme formado por manto y beca color pardo.
Se exigía “limpieza de sangre”, por lo cual es de suponer que sus padres eran “cristianos viejos”.
Fue creado para “mozos inteligentes y de pobres recursos”, aunque después lo dominaron para nobles. Entre sus colegiales, con el correr de los tiempos, hubo unos 101 obispos salidos de sus aulas. Posteriormente tendremos otros personajes, nacidos en Casas de Millán que cursaron sus estudios en este Colegio.
De su familia solamente encontramos, en una referencia de intervención inquisitorial en Sefarat del Toboso, donde dice: que estaba presente Martín Rodríguez, hermano del dicho inquisidor. ¿Qué hay de verdad de dicho parentesco? No se puede asegurar.
Se ordenó de sacerdote en 8 de Octubre del año de 1508, y se graduó de licenciado en cánones en el mencionado colegio.
Conviene hacer aquí un inciso, para aclarar, ante la confusión que alguno pueda tener, que a este Juan Yáñez, se le confunde a veces con un Juan Ibáñez; otros con Ramírez. No es Ibáñez.
Cuando en, “Vida de Diego de Anaya y Maldonado”, página 159 hace la reseña de Juan Yáñez, como alumno de dicho colegio, en una nota al margen dice:
La vida de este prelado escribe el cronista Gil González Dávila, tom. 2 del Teatro Eclesiástico de las Iglesias de Castilla, hablando de la de Calahorra, fol. 367 y le llama D. Juan Ramírez, y no D. Juan Yáñez, siendo este último nombre el que se halla en el libro de las Entradas del Colegio.
De este colegio salió para Inquisidor de Cuenca
El asentamiento de la Inquisición en Cuenca tuvo lugar en 1489. Aquí encontramos a Juan Yáñez en 1518 según consta:
En la pág. 21 escribe: En el año 1518 siendo inquisidores los licenciados Pedro de los Ríos y Juan Yáñez, el inquisidor general, entonces cardenal Adriano de Utrech, ordenó que siempre que hubiese que sentenciar a algún hereje del priorato de Uclés citasen al prior o su vicario.
Quedan algunas notificaciones de las actuaciones que tuvo en Cuenca. Así el 8 de agosto de 1519, el fiscal Martín de Baracaldo presentó una denuncia contra Diego del Castillo ante los inquisidores Pedro Gutiérrez de los Ríos y Juan Yáñez por «delito de herejía e apostasía y ofensa a nuestra santa fe católica y religión christiana». Repetidas veces, y más particularmente cuando perdía en el juego, soltaba palabras blasfematorias en la plaza mayor, tales como «la escritura miente y aun Dios miente», «no creo en Dios si Dios lo puede hazer», «ni el Padre ni el Hijo ni el Espíritu Santo tuvo poder para ello», «en Dios no hay misericordia», «reniego de la cruz en que Jesu Cristo fue puesto», o bien «reniego de Dios todo entero». De hecho, las palabras de Diego formaban parte de un anticlericalismo popular que había calado hondo en la mente del hombre moderno español, y su actitud no dejaba de ser un delito menor en comparación con el judaísmo, el mahometismo o el luteranismo. (2)
Uno de los episodios que se le presentaron a D. Juan Yáñez, mientras estuvo de Inquisidor en Cuenca fue el de las Brujas
El terror cundía entre el pueblo y, ante la alarma social, los inquisidores Juan Yáñez y Pedro Gutiérrez de los Ríos decidieron intervenir, ordenando divulgar por pregón público que toda persona que tuviera alguna sospecha de este tipo avisara al Santo Oficio pues, de lo contrario, caería sobre ellos la pena de excomunión mayor.
La primera denuncia fue remitida desde Villalba de Huete (Villalba del Rey en la actualidad) el 20 de junio de 1519 por una mujer llamada Juana, esposa de Pedro de la Fuente, que acusaba a las brujas de haber matado a una de sus hijas hacía 16 años y de haber hecho un segundo intento de asesinar a otra que había nacido recientemente. (3)
A pesar de todas las intervenciones que tuvo que tener en los tribunales de la Inquisición, también encontró alguno que le sirvió de satisfacción espiritual. Nos cuenta José María Rodríguez González que ante los rumores de querer trasladar los restos de San Julián, Patrón de la ciudad de Cuenca, decidieron inspeccionar dichos restos.
El primer registro y examen se hizo el 17 de enero de 1518, se encomendó a dos Prebendados que fueron D. Gómez Carrillo, Canónigo y Tesorero, y al Doctor Eustaquio Muñoz, Canónigo; los cuales invitaron al Licenciado Pedro de los Ríos y a D. Juan Yáñez, Inquisidor Apostólico y a otras personalidades eclesiásticas, para que se hallasen presentes, con escribano y testigos, haciéndose el domingo en la noche del día diecisiete de enero de 1518.
Como la piedra que cubría la sepultura era muy grande, se llamaron canteros y oficiales que con los instrumentos adecuados levantaran un palmo la losa y se pudo ver y se vio que estaba el Cuerpo del Santo con “entereza cabal de sus vestidos y miembros”. Al instante salió del sepulcro un aire tan vehemente, “que pudo matar una candela” y con una fragancia suavísima, tan del Cielo, que ninguno acertaba a darle nombre, porque se le comparaba con fragancias terrenales. Unos la comparaban con el olor del ámbar, otros al árbol del Paraíso y otros a especies y confecciones aromáticas. Gozosos con el hallazgo se mandó volver a cubrirle, determinando fabricar una caja de sabina en donde ponerlo. (4)
Como podemos observar no le faltó trabajo al “casito” Inquisidor.
Inquisidor en Murcia y Jaén
No sabemos exactamente cuándo es nombrado Inquisidor de Murcia y Jaén pero en una nota que aparece en el proceso inquisitorial de Antonio Medrano, alumbrado epicúreo dice:
Parece que en 1525 es inquisidor en Murcia pues el 23 de Febrero comunica a las justicias locales “para que nos dejéis e consintáis libremente entrar en la ciudad de Orihuela a exercer este Santo Oficio de la Santa Inquisición”. El 7 de diciembre de 1526 el licenciado Juan Yáñez a la sazón inquisidor de Jaén…
Lo cierto es que al crearse la Inquisición en Granada él se encuentra en Jaén.
Es probable que lleve allí dos o tres años.