No es fácil amar lo que no se conoce. Con frecuencia, el olvido del pasado y su desconocimiento, no nos permiten amar lo que tenemos delante.
Hay pueblos que parecen adolescentes, tratando de agotar el presente sin mirar el pasado y ver la grandeza de lo que tienen.
En cierto sentido esto sigue ocurriendo con el pueblo de Casas de Millán. Casi con atrevimiento me he asomado al pasado, que en buena parte desconocía, y me he encontrado con una gran historia que ni siquiera se reflejaba en sus calles, donde con frecuencia se suele historiar en los pueblos los nombres de sus hijos importantes.
Solamente dos calles están dedicadas a sus hijos predilectos, y una se tuvo que indicar por alguien lejano, del Nuevo Continente.
Estas pocas páginas, no quieren ser nada más que apertura del tajo, para que otros con mejor pluma y cualidades, puedan seguir historiando el pasado del pueblo.
Estos apuntes pretenden principalmente fijarse en aquellos “casitos” que partiendo de las raíces de su fe, expandieron con sus vidas el evangelio, que de una forma u otra, vivieron a la sombra de S. Nicolás de Bari, titular de la Parroquia. No son biografías. Todos ellos, sacerdotes seculares o religiosos, repartidos por todos los continentes y pueblos, fueron dejando su vida al servicio de los demás.
Porque son de Casas de Millán, se pretende dar una pequeña reseña de la historia del pueblo, al mismo tiempo que la presentación de aquellas riquezas singulares que tiene. En algunos casos con documentación histórica, en otras con suposiciones más o menos acertadas, dado el desarrollo histórico de los avatares del pueblo.
Panorámica del pueblo, la iglesia